Reflexiones sobre Barcelona

Por Sarai Montiel Escandón 
Miembro de Ciudad a Pie
Estudiante Maestría Arquitectura y Sostenibilidad en Universitat Politècnica de  Catalunya  

 

“Se dice, y es verdad, que ningún barcelonés puede dormir tranquilo si no ha paseado por la Rambla por lo menos una vez, y a mí me ocurre otro tanto estos días que vivo en vuestra hermosísima ciudad. Toda la esencia de la gran Barcelona, de la perenne, la insobornable, está en esta calle que tiene un ala gótica donde se oyen fuentes romanas y laúdes del quince y otra ala abigarrada, cruel, increíble, donde se oyen los acordeones de todos los marineros del mundo y hay un vuelo nocturno de labios pintados y carcajadas al amanecer. Yo también tengo que pasar todos los días por esta calle para aprender de ella cómo puede persistir el espíritu propio de una ciudad.” Federico García Lorca

 Tiene seis meses de mi llegada a Barcelona, a la tierra donde todos los hombres pueden ser libres como describía Ildefonso Falcones, la tierra donde los peatones podemos movernos con libertad y gozar del buen transporte público que brinda Cataluña.

Llegue en la época de la cacerolada, cuando todos salían a protestar a las calles en contra o a favor de la independencia de Cataluña. Fui testigo de la violencia hacia los catalanes el día del referéndum, vi como personas de todas las edades caminaban juntas para defender sus ideales. En medio de todo el caos trataba de adaptarme a Barcelona, a sus calles, al transporte público, y los miles de turistas que la visitan.

Las Ramblas de Barcelona, gracias a los planificadores urbanos, son muy distintas y en toda la ciudad. La más concurrida, aquella que fuera cruelmente atacada en 2017, la rambla de Cataluña, rodeada por dos carriles con las medidas mínimas  para que los autos y las bicicletas circulen, es una zona 30 o 20 natural. Un gran corredor rodeado de árboles, mesas de locales, puestos de flores y vendedores de recuerdos, un espacio público por el que miles de ciudadanos y  turistas  caminan durante el año. La rambla divide a tres barrios , por un lado el Gótico, al Born y por el otro al Raval.

Para ser sincera son lugares hermosos, pequeños callejones, calles compartidas que terminan en plazas escondidas, edificios de siete niveles en los que los primeros pisos nunca ven la luz directa del sol. El Gótico es encantador, lleno de tiendas y cafecitos todo lo que los turistas necesiten, lleno de lugares perfectos para tomarte fotos y ponerlas en tus redes sociales. El Born es el hogar de lo que considero la catedral más bonita de Barcelona, la basílica de Santa María del Mar. Aunque pertenece al estilo Gótico, su forma es austera, humilde en comparación con otras iglesias góticas que conocí, con columnas altas y esbeltas que dan forma a los grandes ventanales. Este barrio tiene calles con tiendas de moda local y bares llenos de estudiantes, el Born es de mis barrios favoritos de la ciudad.

El Raval tiene la misma traza irregular que los anteriores barrios, inclusive cuenta con una rambla que a mi parecer se disfruta más. Es el hogar de muchos migrantes y es que la diversidad de personas que vive en Barcelona es enorme, y al caminar por este barrio se nota más. Sin embargo, pareciera ser la bodega donde de alguna forma se guardan todas las situaciones que nadie quiere ver. Sus plazas son grandes y muy bonitas, como la de la filmoteca, así mismo son los lugares en los que las señoras de la vida Galante encuentran su espacio por las noches, porque si, el espacio público en la mayoría del mundo sigue siendo excluyente para ellas, y para los sin techo. En el Raval sus habitantes también marchan para pedir que el gobierno disminuya la inseguridad. Así que el Raval es un lugar de protesta y resistencia.

Pero que pasa en las otras calles de la ciudad, que pasa en los otros barrios, en Sants o en el Ensanche que es en el cual vivo. Las calles tienen banquetas amplias, la mayoría de las super manzanas cuentan con toda la infraestructura, bibliotecas, parques, supermercados todo a distancias caminables. El transporte público que siempre está a tiempo, las estaciones interminables como Paseo de Gracia o Urquinaona, las ciclopistas que recorren la ciudad, el autobús nocturno que te salva cuando sales de fiesta con tus amigos, la Gran Diagonal que corta la ciudad, perfecta para recórrela, es un museo al aire libre. Así son la mayoría de los barrios de Barcelona.

Mis primeros seis meses en la ciudad han sido inspiradores, llenos de retos para entender a una sociedad dividida que busca ser independiente, que trata de ser flexible y acoger a todas las personas que llegan a vivir en ella. Barcelona es una ciudad inspiradora para los que estamos involucrados en temas de caminabilidad, ciudades a escala humana, arquitectura. No me dejo de sorprender al ver el Tibidabo iluminado por las noches, al pasar frente a la Sagrada Familia, yo, como Lorca quiero seguir aprendiendo todos los días de sus calles.

 

 

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